La rehabilitación neuropsicológica tiene, de manera general, 2 importantes objetivos:

•Reducir las consecuencias de las deficiencias causadas por un daño.

•Reducir el nivel en que dichas deficiencias condicionan el correcto funcionamiento del paciente en su vida diaria.

De manera más específica, este tipo de intervención persigue conseguir 3 objetivos:

•Alcanzar la autonomía personal del paciente y favorecer la socialización.

•Estimular las diferentes áreas cognitivas que hayan sido dañadas.

•Acompañar tanto al paciente como a la familia para que se produzca una correcta adaptación a la nueva situación.

Cuando se comienza a desarrollar un plan de intervención para un paciente, es necesario tener en cuenta que un daño cerebral no solo afecta a las capacidades cognitivas del paciente, sino también a su conducta, a su entorno, etc. Por ello es muy importante plantear 4 preguntas imprescindibles:

•¿Qué tipo de déficits cognitivos ha causado el daño?

•¿Qué tipos de problemas causan estos déficits en el paciente?

•¿De qué manera afectan estos déficits al desempeño diario del paciente? 

•¿Cómo se puede mejorar esta situación?

La rehabilitación neuropsicológica se basa, principalmente, en tres tipos de programas de intervenciones:

• Restauración: Consiste en la estimulación y mejora de todas aquellas funciones cognitivas alteradas actuando directamente sobre ellas. 

• Compensación: En este caso, se asume que la función que está alterada no se puede restaurar y, por lo tanto, se trabaja para favorecer el empleo de diferentes mecanismos alternativos. 

• Sustitución: El objetivo principal de este programa se centra en dotar al paciente de estrategias que le ayuden a minimizar los problemas causados por las alteraciones cognitivas.

E interviene, sobre todas aquellas dimensiones cognitivas, que tras producirse un daño sobrevenido, se haya visto alterado su funcionamiento (atención, memoria, percepción, funciones ejecutivas, etc.).